DIABETES Y SALUD MENTAL, ¡CUIDADO CON LAS EMOCIONES!
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.- La diabetes es un enemigo silencioso cuyos síntomas suelen
aparecer de manera gradual y en algunos casos no son evidentes, por lo que es
necesario hacer chequeos periódicos ya que es frecuente el diagnóstico tardío,
cuando se manifiestan síntomas graves de complicaciones crónicas.
La diabetes por su naturaleza no se
cura, pero puede controlarse. Con el tratamiento adecuado, lo que se busca en
el paciente es mantener los niveles de glucosa en la sangre dentro de los
valores establecidos como normales, con el objetivo de prevenir complicaciones
y favorecer una mejor calidad de vida.
Una vez detectada, el médico a cargo se
enfoca inmediatamente en las intervenciones para comenzar el tratamiento:
selección del medicamento, modificaciones en la dieta, prescripción de
actividad física, monitoreo constante de los niveles de glucosa y un plan
educacional para explicar al paciente su condición. Para la persona, esto se convertirá en una
nueva adaptación que en muchas ocasiones será difícil de asimilar pues supone
un cambio radical en el estilo de vida.
Actualmente, la tendencia terapéutica es
centrar al paciente como protagonista de su tratamiento, dándole un papel más
activo. Quienes están a cargo de atender al paciente, muy pocas veces se detienen
a pensar en su salud mental, en el acompañamiento que necesita para sobrellevar
mejor la noticia, a que deben aprender a tomar las decisiones que involucra su
tratamiento y lograr llevar una vida plena con esta enfermedad. Por eso, la
intervención de un terapeuta en psicología es vital para el éxito del
tratamiento.
La
salud mental es importante en el manejo de la diabetes
De acuerdo a la Federación Internacional
para la Diabetes, se prevé que para el año 2030 la población con esta
enfermedad ascenderá a 578 millones. En Guatemala, la diabetes es la cuarta
causa de muerte; la tercera causa de discapacidad y la octava causa de muerte
prematura. Adicionalmente, 1 de cada 5 personas con diabetes son mayores de 65
años y son más propensas a desarrollar infecciones, por lo que deben mantener
los niveles de glucosa muy cerca de lo normal para disminuir cualquier riesgo o
complicación.
En el caso de pacientes con diabetes se
debe prestar más atención a las emociones, pues la salud mental afecta muchos
aspectos de la vida diaria, como la forma de pensar y sentir, el manejo del
estrés, la forma de relacionarse con otras personas y la toma de decisiones.
Los pensamientos, los sentimientos, las creencias y las actitudes pueden manifestarse en el cuerpo, y las emociones no tratadas en torno a la diabetes pueden hacer que empeore el cuadro o que la persona no pueda encaminarse al tratamiento que le corresponde. Por lo general, las emociones más comunes que se experimentan al momento del diagnóstico de la enfermedad son: sorpresa, frustración y miedo.
Es importante resaltar que el estrés
afecta negativamente los niveles de glucosa y esto es algo que no se puede eliminar,
pero sí se puede controlar. El estrés interfiere en la regulación de los
niveles de azúcar en la sangre y cuando la persona está expuesta a estrés
físico y/o emocional, es probable que su azúcar se encuentre por encima de lo
normal. Esto empeora si la persona cosume bebidas alcohólicas, si no lleva una
dieta balanceada o si no hace ejercicio. Por ello, el plan educacional es
fundamental, pues a medida que conozca y entienda su condición, podrá llevar un
mejor control de la enfermedad, tanto física como emocionalmente.
En el tratamiento de la
diabetes todo implica tomar una decisión y todo cuenta: lo que se come, cuánto
y cómo se ejercita, si el paciente toma los medicamentos, los niveles de
glucosa en las pruebas de glucometría; por eso, es importante que haga los
cambios que sean necesarios para llevar de mejor manera su condición. Por
fortuna, existen actividades ocupacionales
y relajantes para revertir los sentimientos negativos hacia la
enfermedad, como pintar, escribir, hacer ejercicio, meditar, hacer ejercicios
de respiración, escribir un diario emocional, por mencionar algunas.
Apoyo familiar
A través de la red familiar y de los
amigos es posible encontrar apoyo emocional.
La influencia de estas relaciones es muy grande y el comportamiento de
los familiares puede favorecer la adherencia al tratamiento o interferir en su
cumplimiento.
Una diabetes no controlada puede llevar
a ceguera, daño en los riñones, nervios y vasos sanguíneos e incluso, amputación
de extremidades inferiores. Si la familia refuerza positivamente las conductas
adecuadas del paciente con respecto a su tratamiento, se obtendrá apoyo
positivo sobre la salud, pero cuando el apoyo social potencia comportamientos
inadaptados de salud, el efecto será una influencia negativa.
Es normal que la persona que padece de diabetes o alguna otra enfermedad
se vea afectada en algún momento por sus emociones y que sienta que estas la
dominan por completo, que se sienta enfadada o deprimida, por lo que es muy
importante contar siempre con un acompañamiento psicológico profesional que le
ayude a controlar la situación. Conforme
la persona se vaya adaptando a su nueva condición, empezará a experimentar
emociones positivas, a sentirse segura de sí misma, aliviada, apoyada por los
demás y feliz.